LIBERTAD

LIBERTAD 

Hoy he salido a tomar un café y todos los escaparates de la ciudad estaban repletos de propaganda del día de los enamorados, San Valentín. Ese día en el que las redes sociales se llenan de caras de felicidad junto a su pareja, en el que las calles están vestidas de corazones rojos y los medios de comunicación de ofertas 2x1 para compartir con tu compañero/a de vida. Típico.

Pero ¿Quién nos dice que todo esto es verdad? Eso de que las relaciones duran toda la vida, que lo tienes claro desde el principio, que todo es de colores, eso del amor romántico, el príncipe azul e incluso la certeza que tienes sobre tu orientación. ¿Todo eso es verdad? 

Os hago un spoiler

No.

Nos vamos a remontar a nuestra adolescencia. Esa etapa de la vida en la que la presión social está en auge. El primer amor, el primer beso, la primera vez, nuestra identidad... Con la prisa de cumplir todos estos factores cometemos errores y caemos en muchas de las mentiras y tópicos que nos hacen creer a lo largo de la infancia y adolescencia.

Una de ellas es la orientación sexual.

Empezamos por el aprendizaje,  la infancia.

Aprendemos que la norma es la heterosexualidad, que el amor se crea entre hombre y mujer. Y en muchos casos esa norma no se cumple.

Lo interiorizamos, abriendo, así, las puertas del miedo, inseguridad, dudas y en muchos casos sentimientos de culpa.

Pensamos que una persona de nuestro mismo sexo no nos atrae, sino que nos parece atractivo/a. Perdemos oportunidades de enamorarnos por el qué dirán o porque simplemente sentimos que no puede ser. Nos sentimos perdidos cuando la persona que pensábamos que nos gustaba resultaba que no, que era lo que queríamos creer para seguir la norma. Pero realmente nos estábamos engañando.

Nuestra mente se cierra, se miente.

Ocultamos sentimientos, obligamos a nuestra mente a parar de pensar en aquella persona, convivir con el miedo, con la duda de no saber quienes somos o qué nos gusta. 

Negación. Empezamos a sentir más cosas, las negamos. Vivimos esta batalla solos, porque nos avergüenza asumirlo. Mentimos a nuestra cabeza, a nuestro corazón.

Paramos. Aceptamos. Seguimos.

Nos atrevemos a vivir aceptando como somos, nos cuidamos, nos queremos.

Y de repente todo cambia, el miedo desaparece, las dudas se resuelven. Dejamos trabajar al corazón, y no a la mente. Pensamos en nosotros y no en los demás, o en la dichosa norma. Sabemos quienes somos, nos encontramos. 

Somos libres.

Libres de enamorarnos de una persona de nuestro mismo sexo. Libres para experimentar, para probar. Para vivir. Libres para sentir. 

Nos damos cuenta de los años que hemos pasado engañándonos, pensando que sí cuando no, que no cuando sí. Esa batalla ha finalizado, hemos ganado.

Al tiempo, pensamos en el pasado, y en el presente. Y decidimos no volver a esa situación, a disfrutar de nosotros/as mismos/as y explorar sin miedo, sin obstáculos, sin barreras. Libres. 


Comentarios

  1. Deberíamos ser libres desde que nacemos, pero de verdad. Dejar de jugar con roles, con normas y con una infinidad de tonterías que provocan que personas puedan sentirse mal por ser como realmente son. ¿Y por qué no una tía? ¿De verdad tenemos que poner nombre a todo cuando solo se trata de amor?

    Desde mi punto de vista San Valentín debería pasar a una nomenclatura más apropiada, como San Venao, por la cantidad de gente que publica esas palabras de amor repentino que parece ser que un sábado por la noche se les olvida. Al final, sigue siendo una invención más para recaudar dinero en una sociedad de capitalismo ahogante. En vez de perder tiempo en demostraciones de amor por mero compromiso deberíamos valorar ese amor diario, pero no de los demás, sino de uno mismo. Mirarme al espejo antes de ir a la facultad y saber que hoy voy guapa, que puedo arrasar con todo lo que venga delante y que siempre tendré a mi mejor aliada conmigo, a mí misma.

    Me ha encantado tu entrada Garazi, tienes magia.

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    1. Hola Indira!! Me ha gustado mucho tu comentario, y estoy totalmente de acuerdo. Al fin y al cabo San Valentín es una invención consumista como el Black Friday, y muchas veces lo usamos para enseñar nuestra buena cara ante los seguidores de Instagram, olvidándonos, así, de los sentimientos y del amor real, tanto hacia las personas como a nosotros mismos. Me gustaría añadir que sin amor propio no existe la libertad. Y sin libertad no somos capaces de gustarnos a nosotros mismos.

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  2. Desde pequeños nos inculcan que la persona que nos "debe" gustar tiene que ser del sexo opuesto, pero no nos enseñan que si te gusta una del mismo sexo no pasa nada y que es igual de normal que lo otro. Deberíamos recibir desde bien pequeños como gestionar ciertos problemas o dificultades que se nos presentan cuando nos gusta alguien del mismo sexo ya que a pesar de estar en el siglo XXI no esta normalizado.
    Todos merecemos ser libres desde que nacemos, nada ni nadie tiene derecho a juzgarnos por nuestros sentimientos.
    Me ha encantado como has relacionado el titulo con la entrada, tienes una forma de escribir muy profunda y original.

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  3. Hola Andrea, tienes toda la razón, pero desgraciadamente la sociedad no está preparada para destapar tabúes, así como la homosexualidad en niños. De hecho muchos padres son reacios a dejar que sus hijos reciban educación sexual, o información sobre la diversidad, por miedo al adoctrinamiento y a que sus hijos se "conviertan", lo que es totalmente absurdo y surrealista, pero está pasando en el siglo XXI. Todavía queda mucho que hacer.
    Muchas gracias por comentarme, me ha encantado leerte!

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