EL SENTIR

"Miles de ensayos, trabajo individual, seccionales, generales... Lloros, risas, agobios, ganas de dejarlo todo, y a la vez de enseñarle al mundo tu trabajo. En tu cabeza suena la dichosa melodía a todas horas. Partituras decoradas con colores, rotuladores, lápices... llenas de indicaciones que, probablemente, solo tú entiendas.

Se acerca la hora del concierto. Camerinos llenos de fundas, estuches, trajes colgados, corbatas... Clavijas girando para la afinación perfecta. El polvo de la resina se hace uno con el aire, y las piezas de los instrumentos se unen para conseguir un único transmisor de sentimientos, emociones... de música.

Llegada al teatro. El crujir del suelo de madera acompañado de su olor, que es único, crean el ambiente perfecto. Miles de butacas vacías esperando al espectador que las ocupará durante un tiempo.

La gente afinando, miles de notas a la vez, que no te dejan ni pensar. Escalas, golpes de arco, respiraciones, prueba de cañas... El suelo se inunda de afinadores, botellas de agua, lápices, atriles, los cuales siempre acaban en el suelo porque alguien los tira, SIEMPRE pasa😑 (encuadernen sus partituras por favor señores, les ahorrará trabajo de búsqueda)

Unas cuantas pruebas de sonido y comienza la función. Miramos a nuestro compañero, que está igual de nervioso que nosotros, y con una mirada de todo va a salir bien parece que todos los nervios desaparecen.

Esperamos la llegada del maestro, al jefe, al director. Los espectadores lo reciben entre aplausos. Nos levantamos, mostrándole nuestro respeto y confianza en él.

La tímida primera nota llena la sala. Ella dará pie a millones de emociones, por las que el músico y los espectadores pasarán a medida que avanzan los movimientos.

El pasaje sentimental, melancólico. Aquel que hace que todos los problemas se desvanezcan. Las emociones más ocultas salen a la luz, y el transmisor es tu instrumento. Las expresiones, los movimientos, las caras... se puede saber muchas cosas por la manera en que un músico interpreta una obra.

Todo lo que no te atrevías a decir, a sentir, a llorar, a reír... lo sacas en la obra. El vibrar del suelo recorre tu cuerpo, desde los pies a la nuca. El bajo penetra en tu pecho y por dentro sientes un  joder que lo dice todo.

Pasaje agresivo, intenso, que desprende pasión, locura. Todo tu negro mundo interno se convierte en corcheas. La rabia que guardas, la frustración, el querer matar a alguien, sale solo, y tu cara de intensidad lo dice (todos sabemos de qué cara hablo).

Y, sin darte cuenta, la obra culmina. Se podría decir que como un orgasmo, de esos que vas llegando, vas llegando y... PAM, te desvaneces. Sientes como si un peso de encima te hubieras quitado. Sientes satisfacción, felicidad. Tu cuerpo deprende serotonina. Se crea un clima lleno felicidad y alegría arropado entre aplausos y alabanzas. 

En la cara de cada músico se dibuja una sonrisa de oreja a oreja y un abrazo, acompañado de un enhorabuena a tu compañero, hace que lo que habéis creado signifique algo más que un mero conjunto de notas ordenadas. Hace que te sientas parte de un todo, en el que todos hemos llorado, reído, enfadado. Hemos sentido."

La música es algo mucho más profundo que una sinfonía. Es un transmisor de sentimientos. Un embudo que saca todo lo que sientes o has sentido y nunca te has atrevido a enseñar. Una manera de sacar tus miedos, preocupaciones. 

Parece mentira que un trozo de madera sea capaz de sacarte de tus momentos más vulnerables, de expresar todo lo que eres, de sacar tu lado más débil y a la vez el más fuerte, arrogante y agresivo.

La música es mucho más, es una forma de vida, una manera de sentir.

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